La caja de herramientas del analista psicoterapeuta. Un aprendiz en los talleres de Bion y Meltzer

“Cuando en Cogitaciones (Bion, 1996) encontré la provocadora afirmación que decía “…la capacidad humana para fabricar instrumentos se está hipertrofiando en forma de coraza defensiva de hipertrofiados stegosaurus y conduce a su extinción” (pág. 78) se me representaron los stegosaurus con su arsenal de grandes placas y púas sobre el lomo exhibiéndose ante sus rivales… y me pregunté si los conocimientos que acumulamos en nuestra mente y en nuestras bibliotecas serían equivalentes a esas enormes placas… Es verdad que protegemos nuestra intimidad con la coraza construida durante el proceso educativo y que sólo abandonamos cuando estamos en lugares seguros… pero seguía rodándome la pregunta si los conocimientos adquiridos nos facilitan el acercamiento al otro o si por el contrario sólo nos engordan y nos hacen avanzar pesadamente. Siempre sentí curiosidad por la manera de trabajar de aquellas personas que se han tomado su tarea en serio. También sentía el deseo de aprender de esos grandes psicoanalistas apasionados con su oficio y entonces me propuse entrar en sus Talleres como un curioso aprendiz para ver cómo trabajaban; me interesaba descubrir cuáles eran las herramientas mínimas que han de estar en el maletín de todo psicoanalista; no me interesaban tanto esas herramientas tan sofisticadas que sólo algunos iniciados saben manejar. Quise estar cerca de esos artesanos y transmito algo de lo que vi”.